El hecho de que Graphelli se mantuviese lúcido nos permite oírlo en buenas grabaciones. Si perseguimos los discos con Django, vamos a encontrarnos con tomas mono, no muy buenas. Personalmente, si la música no está bien grabada, la puedo entender como documento histórico, pero no la disfruto igual.
En este caso estamos de suerte. Pero el disco es un homenaje, no un revival. La modernidad ha pasado por Graphelli y el contrabajo de Pedersen no nos permite de ningún modo hundirnos en el pasado.
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